martes, 28 de febrero de 2012

EL VERDADERO CÁNCER DEL PRESIDENTE CHÁVEZ

EL VERDADERO CÁNCER DEL PRESIDENTE CHÁVEZ

Popayán, 28 de febrero de 2012

El ser humano somatiza los problemas que no puede resolver

La explicación socio-psico-pato-lógica del cáncer que sufre el presidente Chávez tiene que ver con la conciencia que él tiene de la presencia nefasta de la burguesía burocrática[1] dentro del proceso revolucionario, y de la imposibilidad inmediata de impedir que ese cáncer haga metástasis (como lo está haciendo) dentro del Estado venezolano y al interior de las fuerzas revolucionarias bolivarianas.

La imposibilidad de derrotar a esa burguesía burocrática – pegada y amamantada por la renta petrolera – se basa principalmente en la debilidad política de la dirigencia revolucionaria de los trabajadores y demás sectores de clases subordinadas (campesinos y pequeños productores rurales y urbanos), y en el diseño de una política “socialista” que no tiene un claro y fuerte actor-gestor social.

Ante la ausencia de una dirigencia verdaderamente revolucionaria – cualificada y preparada para dirigir el Estado –, el pueblo (Chávez) tiene que apoyarse en sectores reciclados de la vieja burguesía burocrática, que se han pintado de “rojo-rojito” pero que tienen en lo esencial el mismo comportamiento “colonial”, parasitario y corrupto de sus antecesores partidos históricos (adecos y copeyanos).

Lo paradójico de la situación venezolana es que del lado del gran capital – de la reducida burguesía trans-nacionalizada, de la escasísima burguesía industrial y del imperio –, tienen también que apoyarse en otro sector, más elitista, de esa misma clase burguesa burocrática[2].

Ellos aspiran recuperar el monopolio de los recursos energéticos, y a administrar los logros de la revolución “chavista”, ya que los programas sociales impulsados por el gobierno bolivariano pueden asimilarse gradualmente a las políticas neoliberales de carácter asistencialista diseñados para la “población vulnerable”.[3]

Independientemente de qué sector de la burguesía burocrática logre acceder a la presidencia de la república ante una posible ausencia del presidente Chávez, la tarea inmediata de los revolucionarios venezolanos es identificar con claridad los intereses de los trabajadores y de los pequeños y medianos productores (pequeña-burguesía) y fortalecer la línea política que permita jalonar el proceso revolucionario hacia un nuevo ascenso de la lucha de clases.

Se debe entender que dicha tarea no es nacional, es latinoamericanista e internacionalista, dado que el fenómeno de la presencia de la burguesía burocrática en los procesos de cambio es una situación que se vive en toda la región, e incluso ya se aprecia en las revoluciones árabes en desarrollo.

En Ecuador y Bolivia

En Ecuador y Bolivia la contradicción se manifiesta en la oposición de capas altas de la dirigencia de las comunidades indígenas que acuden a diversas formas de camuflaje – cosmovisión pachamámica, radicalismo ecológico, etno-regionalismo – para impedir la profundización de la revolución, que toca y afecta sus intereses.

La misma situación se presenta con las cúpulas burocráticas de los sindicatos de los trabajadores del Estado que a nombre de la lucha contra la privatización se niegan a compartir sus conquistas históricas con el resto de la población y se esconden detrás de posiciones supuestamente revolucionarias para defender un status obtenido durante el “Estado de bienestar”, que oculta ineficiencia, privilegios e injusticia social.

La burguesía burocrática asume muchas formas. Se enconcha en el Estado “heredado” (colonial, por excelencia) entendiendo que es su único refugio. Por ello se plantea “hacer la revolución” utilizando como principal herramienta a un Estado que por su naturaleza colonial no está en condiciones de profundizar la revolución, y por ello se sabotea cualquier esfuerzo de entregar o construir verdaderos espacios de poder popular.

Se considera al pueblo no-preparado para asumir funciones y capacidades decisorias, deteniendo la revolución en una supuesta fase de transición que lo único que intenta es debilitarla, conducirla, impedir su profundización.

La tarea central

La tarea central de los revolucionarios es entender que se requiere con urgencia un nuevo pacto de clases, en donde los trabajadores “informalizados”, precarizados, “precariados” – profesionales y técnicos[4] – asuman su papel de dirección sobre el resto de clases subordinadas, para retroalimentar el proceso de cambio, derrotar las posiciones burocráticas presentes entre los trabajadores “centralizados” y del Estado, derrotar definitivamente a todas las burguesías y al imperio, y encaminar la lucha hacia la “apropiación colectiva-social” de los medios de producción mediante el ejercicio de una verdadera democracia participativa, el impulso de una economía de equivalencias y la instauración de un auto-gobierno para la administración de los “bienes comunes”.


[1] Ver: La burguesía burocrática de América Latina: http://alainet.org/active/52579&lang=es

[2] Es una situación similar a la colombiana en donde se ha plasmado una alianza interburguesa-imperial con la burguesía burocrática (partido liberal) encabezada por Santos.

[3] Eso explica la prudencia con que Capriles Radonski maneja el tema de los programas sociales de Chávez.

[4] Ver: El “topo” proletario vuelve a cavar: http://alainet.org/active/44441&lang=es; 2011: Ampliación de la crisis sistémica y movilización social de nuevo tipo: http://alainet.org/active/51827&lang=es

viernes, 24 de febrero de 2012

POR NUEVAS CORRIENTES DE PENSAMIENTO

Necesidad de una corriente de pensamiento sistémico, internacionalista, proletario y post-capitalista

POR NUEVAS CORRIENTES DE PENSAMIENTO

La necesidad

La crisis profunda del capitalismo ha creado la necesidad de nuevas corrientes de pensamiento. Desde Fidel Castro hasta reconocidos y numerosos teóricos impulsan la “batalla de ideas”, reclaman el debate ideológico, insisten sobre la necesidad de actualizar la teoría a las condiciones actuales del mundo. El pensamiento revolucionario debe responder al insurgir revolucionario de los pueblos y de los trabajadores.

La decadencia del imperio occidental (euro-estadounidense-japonés-sionista), la hecatombe climática que ya provoca enormes tragedias medio-ambientales, el derrumbe moral de los opresores que alienta el despertar espiritual de la juventud planetaria, han creado la necesidad perentoria y urgente de revolucionarizar el pensamiento y la acción de la humanidad.

Se puede afirmar que esas corrientes ya existen. Hay que unificarlas, organizarlas, hacerlas más visibles, potenciarlas, integrarlas a la acción revolucionaria. Sólo se requiere voluntad.

¿Por qué corriente?

Uno de los principales problemas identificados desde la época de Marx y Engels es el “sectarismo”[1] que se contraponía a la acción amplia y contundente de los trabajadores. “La emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos”, era la frase central del 1ª Internacional, asunto que se olvidó en el camino. Las organizaciones, partidos, vanguardias y sectas se atribuyeron la tarea de “liberar a los pueblos”. Estos fueron suplantados[2].

Las corrientes de pensamiento tienen como principal objetivo llegar con ideas elaboradas a los movimientos de las masas, a la mente de sus dirigentes, a fin de motivarlos en una u otra dirección con absoluta libertad, confiando en la correspondencia entre la realidad de los pueblos, las necesidades de los trabajadores, y la validez de la elaboración teórica.

Sólo así romperemos los lazos que nos atan al pasado. Sólo de esa manera quebrantaremos esquemas, retomaremos la creatividad y la efectiva acción transformadora. Sólo en libertad, las ideas que se construyan serán puestas a prueba por la praxis revolucionaria de los pueblos y de los trabajadores, retroalimentando la corriente de pensamiento con nuevos retos e interrogantes.

¿Por qué sistémico?

La separación absoluta entre teoría y práctica estaba sustentada filosóficamente en la contradicción entre unidad y lucha. Las bases de la dialéctica materialista planteadas por Marx y Engels como fruto de su trabajo de síntesis del pensamiento más avanzado hasta su época – a pesar de los desarrollos realizados por sus continuadores – fueron sustituidas por un pensamiento esquemático, petrificado, no dialéctico, materialista mecanicista, que no nos ha permitido asimilar los enormes avances de la ciencia producidos durante el siglo XX y principios del XXI.

Hoy la dualidad cuerpo-mente, materia-energía, lucha-unidad, particularidad-totalidad, partícula-onda, ha empezado a ser entendida de una forma plenamente dialéctica, en permanente transformación y movimiento, en diferentes dimensiones, como un “sistema”, tarea que está por ser desarrollada por los revolucionarios del siglo XXI. A eso nos referimos cuando reclamamos lo “sistémico”.

¿Por qué internacionalista?

Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX el capitalismo asumió la figura de imperialismo. No era sólo una nueva forma de colonialismo, era una nueva modalidad de capitalismo. Hoy, la realidad nos indica que hemos entrado en una fase de regresión tan enorme, que para tratar de sostener su sistema las potencias imperio-capitalistas se han impuesto la tarea de destruir riqueza. Algunos le llaman “capitalismo senil”, otros “sistema-mundo-capitalista” en declive o en auto-destrucción.

Durante todo el siglo XX, una interpretación nacionalista del imperialismo le dio vida a un “nacionalismo-socialista” que asumió formas de derecha y de izquierda. Los análisis de clase fueron sustituidos por análisis geo-políticos en donde el interés nacional se puso por encima de los intereses de los trabajadores y de la humanidad. Las revoluciones árabes que se iniciaron en 2011, el movimiento de los “indignados” españoles y de los “ocupas” estadounidenses, sacaron a la luz esa contradicción.

Hoy se requiere una re-interpretación del imperialismo y del capitalismo parasitario en crisis sistémica o en fase de decadencia especulativa y autodestructiva. Los análisis geopolíticos que dividen a las potencias capitalistas entre buenos y malos, a autócratas y dictadores entre aceptables o rechazables – de acuerdo al interés geo-estratégico de quien los hace –, ya no les sirven a los pueblos, a los trabajadores ni a la humanidad.

Se necesita con urgencia un re-enfoque de “lo nacional”. Un teórico marxista colombiano decía: “Nuestra revolución es nacional en la forma e internacionalista en el contenido”[3]. Pensamientos y prácticas de ese tipo se necesitan en el ámbito de la revolución para poder responder a los retos que la misma lucha de los trabajadores y de los pueblos nos exige.

¿Por qué proletario?

Porque el proletariado ha renacido de las cenizas en que la burguesía y los “nacionalistas” lo habían querido enterrar. Los trabajadores informalizados por la reestructuración post-fordista, los “precariados”, el “cognitariado”, los obreros que sufren condiciones precarizadas de trabajo, y millones de pequeños y medianos productores – que fungen como “empresarios” – han empezado a entender que son trabajadores, que su lugar en la producción es subordinada, que sus ingresos son iguales o peores que los de los “trabajadores centralizados”. Éstos son aquellos que el sistema necesita para realizar el montaje final de las partes y sub-partes que se producen en un sistema capitalista dislocado, deslocalizado, transectorizado, descentralizado y desconcentrado, que hoy sólo sirve para sobre-explotar y dispersar a los trabajadores por todos los rincones del orbe.

Hoy ese proletariado informalizado está compuesto, por un lado por cientos de miles de trabajadores profesionales y técnicos de gran capacidad y especialización, y por el otro, por cientos de millones de obreros y desempleados que se mueven en la informalidad más aberrante, que trabajan y subsisten en condiciones de miseria y pauperización crecientes, que son las que han alimentado el fuego de la revolución del siglo XXI.

Porque el “viejo topo” ha vuelto a cavar desde los socavones y áreas desoladas de la moderna minería, desde los latifundios productores de materias primas para los agro-combustibles, desde las calles y mercados informales de las metrópolis de todo el mundo, pero también desde las micro-empresas regadas por todo el planeta y desde las más sofisticadas oficinas del sistema financiero; porque el proletariado ahora reaparece más fortalecido que nunca a reclamar su lugar en la tierra, es porque nos reclamamos con espíritu proletario.

¿Por qué post-capitalista?

Porque en la cúspide del desarrollo capitalista y el inicio del camino hacia la destrucción del eco-sistema planetario, está demostrado que la humanidad ya ha conseguido construir las fuerzas productivas necesarias para vivir con bienestar, con abundancia de bienes y servicios necesarios para co-existir con la naturaleza, y que sólo se requiere una nueva forma de organización social que nos permita compartir con equidad esos fabulosos logros humanos.

Mientras el capitalismo se esforzaba por llevarnos a la crisis sistémica de la economía especulativa parasitaria, por otro lado, casi imperceptiblemente lo más avanzado de la humanidad ha ido creando teorías y prácticas que sustentan la posibilidad real del disfrute en común de los bienes que nos ofrece la naturaleza o de aquellos que con nuestra creatividad hemos producido.

La apropiación colectiva de los medios de producción empezó oficialmente en el siglo XIX con el “asalto al cielo” de los obreros parisinos (1871), y fue continuada por los esfuerzos de los obreros rusos y los pueblos de todos los continentes durante el siglo XX, pero esa apropiación comunal ya había sido un invento de los humanos en su proceso de superar el reino de la necesidad. El problema fue que estuvimos perdidos de esa meta durante varios milenios, pero finalmente se están dando las condiciones para superar esa fase y pasar al reino de la libertad.

Durante las últimas décadas han aparecido prácticas y teorías que sustentan científicamente la validez por un lado de la democracia participativa como forma de organización del auto-gobierno, y por el otro de una economía de equivalencias que nos permita superar la fase de la economía crematística.[4]

El método de la corriente

No es otro que juntarnos. Con humildad y sin petulancia. Sabiendo que todos debemos aprender, no sólo de lo que saben y practican los demás sino de lo que está por ser descubierto. Cada uno de los puntos planteados exige desarrollo, precisión, fundamentación. La corriente sólo es compartir lo que estemos produciendo, apoyarnos mutuamente, ser solidarios y colaboradores, actuar tal como queremos que actúe la sociedad.

Es claro que la corriente de pensamiento puede agotarse en debates y escritos. Sin embargo, debemos confiar en el valor de la idea. La frase de Kurt Lewin “No hay nada más práctico que una buena teoría” debe ser retomada en toda su dimensión y puesta al servicio de la tarea más importante que existe en el momento que es la de “clarificar las ideas”.

Lo demás, ya vendrá. Por añadidura.



[1]Marx, Karl. Las pretendidas escisiones en la Internacional. Ginebra, 1872

[2] Lo mismo ocurrió con las religiones, las sectas se apropiaron del espíritu y de la verdad. Ésta situación está siendo enfrentada desde el seno mismo de las religiones por teóricos – entre otros – como Deepak Chopra o el Rabbí Laibl Wolf.

[3] Francisco Mosquera. “Lecciones de táctica”. Ediciones Tribuna Roja. Bogotá, julio de 1997

[4] Entre otros aportes destacamos los esfuerzos de teóricos como los de la Escuela de Bremen y de Escocia encabezados por Paul Cockshott, Allin Cottrell, Heinz Dieterich y otros investigadores, con su trabajo sobre “Economía de Equivalencias”, y los de Elinor Ostrom, premio nobel de economía de 2008 con sus estudios sobre “Gobierno de los Bienes Comunes”.

lunes, 20 de febrero de 2012

CRISIS SISTÉMICA Y ACCIÓN HUMANA UNIVERSAL

CRISIS SISTÉMICA Y ACCIÓN HUMANA UNIVERSAL

publicado en Popayán, 5 de enero de 2010 en http://encuentroeconomiapropia.wordpress.com/crisis-sistemica-y-accion-humana-universal/

La humanidad está en grave e inminente peligro. El creciente desequilibrio ambiental es un atentado contra la vida en general, y contra la vida humana, en particular.

Alguien pensó que los “ricos” podrían organizar “ambientes sanos”, exclusivos para ellos; o que los más pobres y apartados del mundo híper-industrializado, podrían sobrevivir a la hecatombe ambiental, refugiándose en sus medios naturales.

La verdad… es un problema que nos “toca” a todos. Lo estamos viendo, lo estamos percibiendo – cada vez con más fuerza -, y muchos ya lo sentimos con dolor de tragedia. Sin embargo, no todos lo entendemos. No lo hemos asimilado “racionalmente”. Nuestros ancestros indígenas siempre lo han sabido y lo vienen alertando, por ello hablan de “recuperar y defender la Madre Tierra”.

¿Qué hacer? ¿Cómo responder al enorme reto?

Lo principal es analizar críticamente esa realidad, clarificarla al máximo, para convertir el análisis en un mensaje fácil de asimilar para el conjunto de la población; o por lo menos, para la mayoría. Todos podemos entender. Creo que ese análisis está muy avanzado, hay que hacerlo más digerible.

Eso incluye hacer ver que éste problema está absolutamente ligado a todos los demás problemas que vive la humanidad: hambre, pobreza, desigualdad, migraciones de masas humanas desesperadas que van del sur (pobre) al norte (rico), conflictos y guerras; que en últimas sólo son síntomas del agotamiento del modelo de vida que hemos construido, hasta ahora. Un modelo basado en la explotación y el despojo de las mayorías.

También implica definir valores morales de un gran contenido ético. Ello es fundamental para ganar a miles de millones de personas para la causa transformadora. Muchos ya está actuando en el campo de la acción política, social, cultural, ambiental, pero también grandes masas humanas han buscado solución en expresiones religiosas y místicas de diverso carácter. Ellos son ganables desde una perspectiva muy amplia e incluyente.

Ideas y valores. Conocimiento y espiritualidad. Hasta allí sería un avance, pero creo que no es suficiente. Se necesita de la acción organizada, para derrotar a esa ínfima minoría que se aprovecha de nuestras ignorancias y miedos para mantener su poder y sus privilegios. Ellos no van a cambiar por medio de razonamientos: deben ser vencidos,despojados de su poder.

Si no nos organizamos, quienes tienen el control nos llevarán a la catástrofe. Porque ellos son más ciegos que nosotros, responden a fuerzas inerciales, la lógica y la dinámica del gran capital los maneja, los determina, los incapacita para siquiera reflexionar. Son parte de la máquina de mentira y muerte que es la esencia del capitalismo. Barack Obama es la última demostración de esa verdad.

La organización es fundamental para ser efectivos. De lo contrario no hay movimiento. Solos no hacemos mucho. Con sólo consciencia y buena intención no basta. Se requiere acción organizada. Los más conscientes y decididos deben organizarse para actuar y dinamizar al conjunto de la sociedad. Lo importante es no reemplazar a las mayorías.

Un nuevo paradigma socio-político, cultural y espiritual

La última acción de gran cobertura que acaba de desarrollar la humanidad en Copenhague nos da pistas sobre cómo podemos impulsar ese gran movimiento transformador a nivel planetario.

Las consignas que unificaron a millones de personas que actuaron física y virtualmente con ocasión de esa cumbre, como “¡Cambiad el sistema, no el clima!” y “Si el ambiente fuese un banco ¡ya lo habrían salvado!”, son una muestra de cómo nuevos lenguajes y forma de actuar son posibles. Lo principal es sintonizarnos con el momento y el movimiento.

Los movimientos y organizaciones sociales, democráticos, socialistas, étnicos, culturales, ambientalistas, de género y generacional, pueden converger en causas transformadoras de gran impacto. En esa dinámica debe ganar fuerza la inclusión respetuosa, la participación plena y amplia, la diversidad creativa, la visión estratégica. Deben ser debilitados los fundamentalismos estrechos, los falsos nacionalismos, los teoricismos doctrinarios, los clasismos sectarios, los mesianismos obsesivos, y los afanes táctico-coyunturales.

Un gran río es el símil de ese actuar colectivo: Es un movimiento permanente, auto-energético, que se alimenta de muchas aguas (fuerzas) sin que ninguna pretenda dirigir, imponer, conducir. Si la idea y el sentimiento están claros, la dirección la desarrolla el movimiento mismo.

Ese gran río se alimenta de pequeños nacimientos, riachuelos y quebradas, que van formando medianos y grandes ríos que alimentarán el gran torrente. Es la acción barrial, veredal, comarcal, sumándose y multiplicándose desde lo local a lo regional, nacional e internacional.

Habrá corrientes “limpias y cristalinas” como también “contaminadas y oscuras”, pero ninguna puede ser rechazada; el movimiento mismo las mezcla, las oxigena y energiza. Ello significa que la calidad de las acciones deberá ir de lo simple a lo complejo. Los sectores más avanzados y organizados deben tener en cuenta las condiciones de las mayorías; con paciencia pasaremos de la acción simbólica a la movilización efectiva, poco a poco, como un río transitando por tierras tranquilas. De tal manera que cuando se nos atraviesen grandes obstáculos la carga acumulada sea capaz de romperlos, pero manteniendo la dirección del caudal.

Ese gran río se va alimentando en las regiones por donde pasa, pero también las retro-alimenta a ellas. Por ello, en el movimiento debemos partir de acuerdos mínimos, priorizados pensando en las mayorías y no en elites iluminadas. No podemos partir de las “fórmulas programáticas” que elaboran y entienden unos pocos, sino de las necesidades consensuadas por el movimiento real. “Aprender haciendo”.

Es un proceso de ganar confianzas, amistades, entendimientos, gustarnos y querernos tal como somos, en nuestras particularidades y diferencias, para poder potenciar nuestras similitudes y semejanzas. Al fin y al cabo todos somos humanos. Se necesita apertura mental, madurez, flexibilidad, modestia y sencillez para corregir entre todos el curso, cuando veamos que el río está cogiendo una dirección equivocada o que nos hemos detenido.

Actuar en movimiento humano como actúa la naturaleza, dado que somos parte de ella. Ser partícula y a la vez onda; reivindicar nuestra individualidad que sólo puede ser realizada en comunidad. Ser como el agua que tiene una tensión interna (molecular) que es lo que le otorga su fuerte cohesión, pero a la vez le permite tener una gran flexibilidad.

En medio de ello requerimos nuevos lenguajes, que reflejen esa capacidad para entendernos no sólo entre políticos, o entre ambientalistas, o entre “socialistas”, sino que seamos capaces de hablarnos a nivel universal. Dicho mensaje debe ser entendido por un niño.

domingo, 19 de febrero de 2012

PAUL KRUGMAN AÑORA LA ECONOMÍA DE EQUIVALENCIAS

Heinz Dieterich 19.2.2012

Paul Krugman añora la economía de equivalencia

1. El economista contemporáneo más influyente

El economista actual más influyente del mundo, el Premio Nobel Paul Krugman (2008), añora la economía de equivalencia. Desde la aparición del Movimiento Ocupar Wallstreet y su genial consigna, “Nosotros somos el 99%”, el keynesiano Krugman usa el diario más importante de Occidente, el New York Times (NYT), para advertir a los estrategas del capitalismo mundial sobre un peligro mortal: la desestabilización del sistema capitalista por la creciente desigualdad de la riqueza social.

La fama profesional de Krugman se debe al desenmascaramiento de las idioteces económicas de los neoliberales, ayudado por su impecable lógica y cultura general. Des-cubrir, que el neoliberalismo es 99% por ciento ideología y 1% ciencia, es, por cierto, ninguna novedad. Pero, en la actual lucha hegemónica entre el gran capital monetarista y el gran capital keynesiano ---en términos políticos, entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata--- los artículos de Krugman son útiles no sólo para el gobierno de Obama, sino también para la izquierda global.

2. Megacapitalistas más democráticos que Presidentes burgueses

En su columna del 25 de Noviembre, 2011, Krugman aborda el problema de la desigualdad y equivalencia, fustigando a los multimillonarios estadounidenses que pagan menos de la mitad de la tasa de impuestos (15%) que pagan los trabajadores. Esta brutal revelación del carácter de clase del Estado burgués ---que ha motivado a que algunos de los megacapitalistas más poderosos del mundo, como Warren Buffet--- ofrezcan públicamente abonar impuestos más altos, deslegitima al sistema. Cuando los Capos de la explotación se muestran más democráticos y justos que los “representantes del pueblo” en Parlamentos, Senados y Gobiernos, el fetiche de la democracia burguesa se desmorona estrepitosamente.

3. Krugman, Keynes y la equivalencia

Krugman diagnostica como causa de la actitud de los gobiernos capitalistas una violación del principio de equivalencia de la economía de mercado, del cual se derivan la satisfacción de los trabajadores y la estabilidad social. “After all, in an idealized market economy each worker would be paid exactly what he or she contributes to the economy by choosing to work, no more and no less. And this would be equally true for workers making $30,000 a year and executives making $30 million a year.” Es decir: En una economía de mercado idealizada, se le pagaría a todo trabajador “exactamente lo que él o ella contribuirían a la economía…, ni más ni menos”.

Krugman reactiva con esta formulación un supuesto fundamental subyacente a toda teoría económica socialdemócrata ---es decir, orientada en la idea del contrato social de Rousseau--- que John Maynard Keynes había expresado de la siguiente manera: “The businessman is only tolerable so long as his gains can be held to bear some relation to what, roughly and in some sense, his activities have contributed to society.” En castellano: El hombre de negocios es solo tolerable, mientras sus beneficios guarden cierta relación con las actividades que ha contribuido a la sociedad.

4. Equivalencia económica y sociedad de clase

La equivalencia económica como base fundamental de la estabilidad social en una sociedad de clase, como la estadounidense, se está destruyendo, lamenta Krugman, porque las estadísticas sobre la distribución del ingreso demuestran, que no existe una relación pertinente general entre el ingreso de un sujeto económico y su contribución económica: “mostly no relationship between someone´s income and his economic contribution”. En términos generales, hay, de hecho, un abismo entre las contribuciones económicas y los ingresos de los agentes económicos, por ejemplo, el trabajador manufacturero y el banquero de hedge fonds o manager de bienes raíces. Por lo tanto, la economía de mercado estadounidense es fundamentalmente injusta.

5. Las causas de la injusticia

Krugman identifica dos factores que neutralizan el principio de equivalencia. El primero es el sistema fiscal que favorece a los ricos. No se le ocurre al Premio Nobel mencionar que en un régimen plutocrático este comportamiento del sistema es el comportamiento que probabilísticamente se espera que ocurra. En otras palabras que sea su comportamiento “normal”.

El segundo factor es la cibernética del mercado. En una “economía de mercado idealizada” dice Krugman, se le pagaría a todo trabajador “exactamente lo que él o ella contribuirían a la economía”. Aquí el Premio Nobel cumple plenamente con su papel de intelectual orgánico del Capital, repitiendo las respectivas ilusiones de Adam Smith y las mentiras de los neoliberales. La misma disciplina de mandarín del sistema le impiden explicar, porque no se produce la equivalencia necesaria. Se limita a reconocer que Estados Unidos no tiene “the idealized, perfect market economy of conservative fantasies”, pero no desarrolla las implicaciones de esta afirmación que ponen en tela de juicio todo el modelo de bienestar colectivo de Smith.

6. La ceguera clasista de Krugman

Krugman no puede decir que la equivalencia entre trabajo y remuneración no se produce en la crematística estadounidense, porque su estructura de poder económico-político clasista la hace imposible. Para librarse de esa obligación de honestidad intelectual, usa el viejo truco de conceptualizar la justicia económica dentro del sistema de precios de mercado. Como hemos demostrado en otros ensayos, ese enfoque hace cognitivamente imposible resolver el problema de la gratificación o del intercambio “justo”, porque la noción de un precio mercantil “justo” es una idiotez cognitiva. Los precios mercantiles en la crematística son una función del poder y eso vale para el precio del trabajo. Los precios de mercado expresan correlaciones de poder, no gradientes de justicia.

7. El precio de la verdad científica

Si Krugman quiere una gratificación justa del trabajo, tiene que usar un sistema de medición del esfuerzo laboral por valores, no por precios, porque los time inputs son datos objetivos, intersubjetivamente constatables. Es decir, tendría que convertirse en un protagonista de la economía de equivalencia del Socialismo del Siglo 21. Si lo hiciera, podría decir, que es un científico ético que nunca llamaría a una verdad “mentira”. Pero, no tendría el Premio Nobel, no sería multimillonario y no escribiría en el New York Times.

Un precio demasiado alto para un producto virtual como la ética, dirá el Premio Nobel Paul Krugman.

viernes, 17 de febrero de 2012

LA LUCHA POLÍTICA DEL FUTURO

Progresistas bogotanos vs. “progresistas” paisas

LA LUCHA POLÍTICA DEL FUTURO

Popayán, 16 de febrero de 2012

En Colombia – en las últimas dos décadas – ha existido una verdadera dualidad de poderes. La población plebeya de Bogotá a partir del triunfo de Jaime Castro (1992) ha construido una especie de control de las fuerzas democráticas sobre la Alcaldía. Ese control se concreta hoy con Gustavo Petro. En el resto de la Nación, la oligarquía ha mantenido su dominio en alianza con toda clase de mafias y sectores políticos anti-democráticos.

Después del asesinato de Gaitán (1948), la clase dominante colombiana realizó enormes esfuerzos por impedir que las fuerzas “gaitanistas” (liberales-demócratas) consolidaran un proyecto a nivel nacional. Estimularon la guerra, liquidaron físicamente a los dirigentes populares o los obligaron a “enmontarse”, impulsaron tímidas y provocadoras reformas agrarias, lanzaron proyectos políticos aparentemente progresistas (MRL, ANAPO, Nuevo Liberalismo) y se dieron las mañas de mantener engañado y dividido al pueblo.

A pesar de ello – poco a poco – gran parte del país nacional se fue concentrando en Bogotá. Muchos desalojados por la violencia, otros desplazados por necesidades sociales y/o económicas. Hoy la Capital de la República recoge la vanguardia de esas fuerzas democráticas de la Nación. Allí está fundamentada la enorme responsabilidad que tiene el alcalde Petro y la necesidad de ayudarle para que cumpla con lujo de detalles su tarea.

Existe otro polo de desarrollo – “progresista-burgués” – que está en avance en el país. Su centro es Medellín y una parte del antiguo Eje Cafetero. Uribe representaba en gran medida ese proyecto pero desvió el camino. Es importante recordar cómo los principales cuadros del “uribismo” fueron alcaldes cívicos de municipios como Pensilvania al norte de Caldas. Oscar Iván Zuluaga y Luis Alfonso Hoyos fueron su base de apoyo al lado de una particular dirigencia de la regional del MOIR[1], que vivía de un rechazo compulsivo a las FARC.

Uribe no logró ser un “progresista-burgués”. Su obsesión anti-insurgente y los fuertes lazos ideológicos que lo ataban a lo más retrógrado de la clase terrateniente y de la burguesía burocrática, le imposibilitaron liderar ese proyecto. Siempre privilegió la alianza con lo más reaccionario del Partido Conservador, lo vetusto del Partido Liberal y con grupos económicos como Asocaña, Sarmiento Angulo y Ardila Lulle. Su aparente “progresismo” sucumbió frente al clericalismo paisa. A más, sus vínculos con la mafia lo hicieron fácil presa del gobierno de los EE.UU. y la DEA. Lo convirtieron y usaron como peón de brega.

Hoy ese proyecto progresista-burgués es liderado por la dupla Sergio Fajardo (gobernador de Antioquia) y Aníbal Gaviria (alcalde de Medellín). Uribe se quedó con lo más atrasado y clerical de la casta antioqueña. Perdió su “momentum”. Hoy tiene un añejo sabor a rancio.

De acuerdo a lo que muestran las tendencias, la lucha política del próximo período (a partir de 2018) va a estar protagonizada por dos bloques regionales y de población. Por un lado las clases subordinadas de Bogotá, el suroccidente colombiano, las ciudades de la Costa Caribe y los Llanos Orientales, enfrentada al bloque de poder que tendrá como eje principal Antioquia, Santander y áreas rurales de diversas regiones del país. La burguesía trans-nacionalizada tratará de liderar ese proyecto. Ya funge de “progresista” e intenta posar de “social” (ley de víctimas, restitución de tierras y lucha contra la corrupción).

La resolución de esa dualidad de poderes puede llegar a agudizarse hasta el nivel de una “guerra civil”. Si permitimos que los poderes fácticos de los grupos armados ilegales mantengan vivo el conflicto – alimentados por los sectores del ejército, de la oligarquía y del imperio estadounidense que viven de la guerra – podríamos estar condenados a repetir un nuevo ciclo que nos puede atar a otros 50 o 60 años de violencia fratricida.

A los verdaderos demócratas sólo nos sirve un ambiente de paz y de convivencia para que el progresismo-democrático “bogotano” se imponga sobre el progresismo-burgués “paisa”. Por ello la urgencia de la Paz. Hay que saber trabajar para conquistarla. ¡Es la tarea!


[1] Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, partido de izquierda fundado por Francisco Mosquera en 1967-68, que hoy hace parte del Polo Democrático Alternativo. La regional de Antioquia se derechizó, al igual que un sector del Ejército Popular de Liberación EPL que terminó aliado del paramilitarismo.

domingo, 12 de febrero de 2012

HOMENAJE A WHITNEY HOUSTON


HOMENAJE A Withney Houston

Murió Withney Houston

Era un sueño

Un sueño de mujer

Una mujer de ensueño

Murió Withney Houston

Era una voz

Una voz prodigiosa

Un prodigio hecho mujer

Murió Withney Houston

¡Que belleza de señora!

Negra suave y armoniosa

Armonía hecha mujer

Murió Withney Houston

¡Qué maravilla sensible!

Su sensibilidad la mató, pero…

Su corazón se hizo canción

Murió Withney Houston

No hablaré de su tragedia

Porque en su trágica muerte

Sólo puede haber gran emoción

Murió Withney Houston

Ya la lloré

Brotó de mí su recuerdo

Recuerdos de mi mujer

Murió Withney Houston

Con eso basta…

Siempre vivirá

¡Yo siempre te amaré!

(I will always love you)

martes, 7 de febrero de 2012

PREPARÉMONOS PARA GRANDES CAMBIOS

PREPARÉMONOS PARA GRANDES CAMBIOS

Popayán, 6 de febrero de 2012

Sea que estemos frente a una guerra o sea un montaje para distraer a los pueblos y a los trabajadores, es urgente responder como humanidad y no como naciones o bloques de naciones.

Lo más terrible para un revolucionario es no sentir la revolución. Es no poder conectarse con los elementos más avanzados del pueblo. Ella (la revolución) está encima de nosotros, y nosotros no la vemos. Petrificados por el poder inmenso de las oligarquías financieras del mundo, no vemos su enorme debilidad. Obnubilados por nuestros esquemas, somos ciegos ante las fuertes señales que la vida nos envía.

Cuando todos estábamos respondiendo a los amagues y amenazas del decadente imperio estadounidense, cuando la mayoría de analistas juegan el “juego del imperio” (alianzas, sanciones, pequeñas y calculadas guerras de intervención, auto-amenazas y demás alardeos de fuerza “gringos” y “otanistas”), el pueblo árabe derrocó en menos de dos (2) meses a varios vetustos dictadores “nacionalistas”. Los hechos del año 2011 nos cogieron a todos “con los pantalones abajo”. Y el problema es que pareciera que todavía no nos los subimos ni menos que nos los queramos amarrar.

Después de lo de Túnez y Egipto apareció el fenómeno de Libia, que para unos es un alzamiento popular y para otros una intervención extranjera pero, para el pueblo libio son ambas cosas (teoría cuántica, onda, partícula, ambas cosas). A los pocos meses “saltó la liebre” en España, de allí dio un giro hacia la juventud chilena y colombiana, y se paseó por Wall Street y por casi todos los EE.UU. Pero lo que está sucediendo en Libia confirma que la revolución está en ascenso, que las mayorías de la humanidad anhelan un cambio, y que, lo que eran señales o anuncios pronto serán una realidad que hará temblar a los capitalistas de todos los países y de todos los continentes.

Lo que sucede en Libia es la comprobación de que “el pueblo es superior a sus dirigentes”. Allí, poco a poco, el pueblo insurrecto – y bien insurrecto contra Kadaffi – se está empezando a encontrar con el pueblo que resistía – y bien que resistía a la invasión extranjera –, para completar la tarea, que no es otra que apropiarse democrática y colectivamente de sus riquezas: con independencia, autonomía y tolerancia tribal y religiosa. Y lo van a lograr por encima de quienes miran atrás, unos con reverencia romántica y otros con vergüenza nacional. Allá no existen esos complejos, el pueblo está armado y… ¡No lo han podido desarmar! ¡Ni se va a dejar desarmar!

Lo que es una gran señal de este “salto cuántico” que está en pleno desarrollo es que los imperialistas y sus asesores lo saben. ¡Ellos si que lo saben! Y por ello arman todas las estratagemas posibles para evitar una revolución mundial. Les conviene – con urgencia – que se armen bloques contra “occidente”. Les sirve que se junten China, Rusia, Irán, etc. Les interesa que se identifiquen los gobiernos “autoritarios” y “anti-democráticos” como Corea, Cuba, Venezuela y demás. Y muchos caen en su trampa por que no confían en la capacidad de los pueblos. Sólo creen en la fuerza de los “Estados”. Son los Proudhon, Bakunin y Kautskys del siglo XXI.

La gran burguesía plutocrática financiera sabe que su sistema va a colapsar. Lo que les preocupa es que los trabajadores del mundo entero organicen un gran frente para derrocar su sistema político y económico. Quieren hacerles creer a sus pueblos, especialmente a los de los EE.UU., Europa, Japón, e incluso a las élites oligárquicas de los países emergentes (BRICS) que no es posible cambiar el modelo. Que la economía especulativa que gira alrededor de la química del petróleo es irremplazable, que la guerra es la única alternativa para defender sus privilegios.

Pero, cuando amplios sectores de la población más avanzada del mundo (que ya debería ser una “masa crítica” para cualquier revolucionario) están buscando fuentes de energía alternativa y cuando esas masas más avanzadas del mundo – que sólo en nuestro caso de América Latina representan el sentir de las mayorías de nuestros países –, nos están mandando mensajes de apretar el acelerador, de buscar el entendimiento con los pueblos y trabajadores árabes y europeos, entonces nuestros revolucionarios siguen mirándose el ombligo de la lucha “inter” e “intra-imperialista” (entre bloques imperiales) y no la enorme lucha de clases que ya tenemos encima y que requiere conducción revolucionaria de verdad, y no simples “lloriqueos nacionalistas” frente al imperio decadente.

Así que es urgente – urgentísimo – diseñar y divulgar en forma unificada un programa de “transición” (como lo llamó Trotsky) para éste período en donde los trabajadores no tenemos la suficiente fuerza para derrocar al capital, pero contamos con el momento oportuno para auto-salvarnos como humanidad. Un programa que unifique a las más amplias capas de la población que tiene que recoger asuntos tan urgentes como:

- La transformación democrática de la ONU, el desmonte del Consejo de Seguridad y el establecimiento del voto pleno de cada uno de los países del mundo.

- El desarme completo y absoluto de todas las potencias imperiales, única garantía de verdadera Paz.

- El desmonte del sistema especulativo financiero y el inicio de una planificación basada en la economía de equivalencias.

- El desmantelamiento del modelo económico basado en la química del petróleo.

- La organización de un sistema para destruir las economías ilegales que hacen parte del modelo de acumulación criminal que sostiene al capitalismo actual (narcotráfico, trata de personas, tráfico de armas y de activos, tráfico de insumos para la narco-economía, etc.).

Algunos dirán que estoy soñando; otros dirán que no tenemos la suficiente fuerza. De eso se trata. Si la idea está clara, ella misma se encargará de organizar la fuerza. La “masa crítica” ya existe en todas partes, sólo que nos falta unirnos y actuar en la misma dirección. ¡Vamos, topo, vamos, sigue cavando!


domingo, 5 de febrero de 2012

LA BURGUESÍA BUROCRÁTICA DE AMÉRICA LATINA

Un hombre tiene que tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo”.

Eduardo Chillida

En anterior y reciente artículo[1], presentamos una clasificación de nuestros países por el peso específico que tienen tres formas diferenciadas de burguesía en el bloque de poder oligárquico. Ellas son: la financiera trans-nacionalizada, la industrial y la burocrática. Insistíamos en la necesidad de que los trabajadores nos organicemos con independencia dentro de las corrientes democráticas y nacionalistas que están en pleno desarrollo en la región.

Es clara y evidente la función de la burguesía transnacional. Es cabeza de playa de los imperios pero – ahora –, con gordas y visibles acciones en los negocios del momento: la explotación agresiva de los recursos naturales de la región y la reprimarización de nuestras economías. Es una versión moderna de la oligarquía colonial de los siglos XVI, XVII y XVIII.

El papel de la burguesía industrial es igualmente visible. Se alía con los trabajadores y el pueblo en aquellos países en donde es fuerte. Trata de ser la Gran Burguesía a la cabeza de la Nación Latinoamericana. Si es consecuente – y pareciera que la brasileña y argentina están en esa vía –, los trabajadores podríamos avanzar. Se requiere tener clara la estrategia y el control sobre el proceso. De lo contrario, llevaríamos agua al molino de los “diablos capitalistas” disfrazados de “ángeles socialistas”. Ya ocurrió en la URSS, China y demás. Es comprobable, verificable.

Y aquí es donde entra a jugar la burguesía burocrática. Ésta ha tenido un peso sustancial y determinante en México, Colombia, Perú, Paraguay y toda Centroamérica, dado que su herencia colonial se soporta en su enorme control “estatal-burocrático” y en una “cultura cortesana”. Éste tipo de cultura se construyó con base en una actitud servil surgida del contubernio[2] entre las élites españolas y algunas cúpulas indígenas americanas “imperiales” (incas, aztecas, muiscas).

La naturaleza de la burguesía burocrática

Es muy importante que los trabajadores y los pueblos identifiquemos la naturaleza de éste sector de clase. Su especialidad es el camuflaje. Es “nacionalista” cuando le conviene: México a finales del siglo XIX y la primera parte del XX. Es entreguista cuando los imperios la utilizan a sus anchas: caso de las dictaduras en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Y posa y aparenta ser “anti-neoliberal”, cuando la gran burguesía afecta sus intereses: ej., el primer gobierno de Alan García en el Perú (1985-1990) o el gobierno de Ernesto Samper Pizano en Colombia (1994-1998).

Hoy ésta burguesía burocrática se encuentra al acecho. Sabe que la burguesía trans-nacionalizada está dispuesta a reducirla a su mínima expresión. Entiende que con la burguesía industrial no tiene nada qué hacer. Por ello se camufla de “revolucionaria” y ya busca un puesto de mando en algunos de los procesos de cambio en Sudamérica.

En aquellos países en donde las corrientes democráticas están acumulando fuerza (México, Colombia, Perú, Paraguay, Honduras) es muy importante tener claridad sobre el comportamiento de ésta clase social. No tener lucidez sobre su funesto papel puede llevar a cometer errores como los que tienen al PDA en Colombia enfrentando un momento crítico de su existencia.

La esencia y existencia de ésta clase se basa en el uso patrimonial de los recursos del Estado. La corrupción política y administrativa son sus principales herramientas. Pero vive también de la intermediación comercial y financiera. Por ello se imbrica, se encaballa – se superpone parcialmente –, con los otros sectores de la burguesía, y cuando está en graves dificultades se coloca la camiseta del nacionalismo y la defensa del “estatismo”.

No es casual que en éste instante la burguesía burocrática – sobre todo en México y Colombia – estén en la tarea de reconstruir sus partidos históricos, el Partido Revolucionario Institucional PRI, y el Partido Liberal, respectivamente. Ella ofrece resistencia, parece dar sus últimos aleteos pero, en medio de los estertores de la muerte se corre el peligro de infestación. Es una peste.

Uno de los problemas más graves para el futuro de las luchas democráticas y nacionalistas en América Latina – sobre todo para que se desencadenen transformaciones estructurales en nuestras sociedades –, consiste en que la burguesía burocrática ha logrado influir en amplios sectores de los trabajadores del Estado y de trabajadores “centralizados” de sectores estratégicos de la economía, con su espíritu “economista” del privilegio, donde se confunde la salvaguardia de sus derechos con la defensa de perversiones burocráticas como la ineficiencia y la corrupción.

Es por ello que los procesos de cambio de Venezuela, Ecuador, Bolivia han encontrado graves dificultades para avanzar en sectores como la educación y la salud. Sucede a menudo que con el argumento de la lucha contra “la privatización”, las cúpulas de los gremios sindicales tratan de engañar a sus bases y a las masas para seguir amparando las herencias de un período de la vida institucional en donde un sector de los trabajadores se dejó sobornar por la burguesía burocrática.

Por ello, los procesos de cambio que han triunfado con contundencia han tenido como banderas fundamentales – así sean tácticas – la lucha contra ese sector burocrático, mientras que en donde se han pretendido alianzas con éste sector, la revolución ha fracasado. Mucho más ahora cuando la población reclama un fuerte espíritu ético en el ejercicio de la política.

De no aclararse la actitud frente a éste sector de clase, su presencia en las revoluciones democrático-nacionalistas se nos va a convertir en una especie de talón de Aquiles. La independencia de clase es fundamental para sortear sus amagues, trampas y vacilaciones, que como todo vicio se prende “sin querer queriendo”.


[1]“Análisis comparativo del proceso nacionalista en América Latina”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=143893

[2] Contubernio que surgió del entrelazamiento familiar, de sangre, y no sólo social. Fue un mestizaje controlado.