viernes, 12 de agosto de 2011

LA CARRERA POR EL PODER EN BOGOTÁ: ¡EN TIERRA BATIDA!

LA CARRERA POR EL PODER EN BOGOTÁ: ¡EN TIERRA BATIDA!

Popayán, 12 de agosto de 2011

Una mirada a la evolución de los gobiernos del Distrito Capital en los últimos 25 años sirve para visualizar el tipo de gobernante que necesita Bogotá. Además, da pistas sobre las próximas elecciones de octubre y muestra tendencias para las presidenciales de 2014.

La evolución de las administraciones bogotanas

En forma sintética – corriendo el riesgo de pecar de simplismo – se puede elaborar el siguiente cuadro: De las realizaciones en vivienda e infraestructura de Andrés Pastrana (1988-90) y Caicedo Ferrer (1990-92), se pasó a la planificación y responsabilidad fiscal de Jaime Castro (1992-95). Mockus (1995-96) en su primer gobierno mantiene esa línea y le agrega cultura ciudadana. Peñalosa (1997-2000) aprovecha lo acumulado para invertir en infraestructura, movilidad y espacio público. El 2° gobierno de Mockus (2001-03) sigue ese paso e introduce más reformas neoliberales. Lucho Garzón (2004-07) enfatiza lo social que es continuado por Samuel Moreno (2008-11), más por obligación que por convicción.

Moreno es el único alcalde de estos últimos 20 años que no reafirma lo heredado ni le imprime sello propio a la administración. Pensando en la carrera presidencial del año 2014, Samuel hizo hincapié en la construcción del Metro y la ampliación de Transmilenio, y acudió a métodos que insuflaron la politiquería y el clientelismo.

Hay que precisar que los énfasis no son originales ni auténticos. Todos están enmarcados y hacen parte de los mandatos del Fondo Monetario Internacional FMI y el Banco Mundial BM, con algunas particularidades locales pero sin “tocar” la esencia de esas políticas: a finales de la década de los años 80, coletazo de inversiones de la deuda externa; década de los 90s, ajuste fiscal neoliberal; primera década del siglo XXI, políticas asistencialistas para enfrentar los impactos del paquete neoliberal en la “población vulnerable”.

Un Alcalde para la “descolonización”

Hoy es necesario un alcalde que re-cree lo mejor de ese ciclo y rompa con el Estado colonial. Que recoja el espíritu de planificación y responsabilidad fiscal pero con criterios autónomos; retome y amplíe la práctica de la cultura ciudadana empleándola en otros campos como lo social y ambiental; asuma una visión prospectiva de ciudad moderna, amable, turística y productiva; y desarrolle lo público-social sin identificarlo totalmente con lo “estatal”[1], para no enredarse en dinámicas burocráticas.

Se requiere un Alcalde que se ponga a tono con lo que ocurre en Sudamérica. Que abra un compás a la democracia participativa como una herramienta de lucha contra la corrupción y apropiación social (colectiva) de los “bienes comunes” de los bogotanos. Que responda con autonomía a las necesidades del conjunto de la población, de los empresarios nacionales que tienen su sede en Bogotá y en toda la región que va desde Boyacá hasta el norte del Tolima, Villavicencio y sectores del Magdalena Medio, que relacione los programas asistenciales en salud y educación con los procesos productivos de cientos de miles de pequeñas empresas urbanas y rurales que requieren de la inyección de capital, apoyo para asociarse empresarialmente y realizar esfuerzos consistentes para insertarse en el mercado regional sudamericano y latinoamericano.

Para “contrarrestar las políticas neoliberales nacionales”[2] se necesita un gobernante que desde la Alcaldía de Bogotá y su zona de influencia (casi el 25% de la población colombiana), contribuya a reimpulsar un proceso de industrialización de nuevo tipo de un importante sector de la economía, ya no bajo la tutela del FMI y el BM sino con el apoyo del Banco del Sur y de la UNASUR, en el marco de la decadencia estadounidense.

Para soñar con una Bogotá que sea una ciudad moderna y atractiva pero – a la vez – viable y vivible para el conjunto de su población se necesita planear, ahorrar, educar en responsabilidad social, invertir con eficacia en infraestructura necesaria, insistir en lo social con una visión no asistencialista y avanzar hacia una propuesta productiva que involucre conceptos de rentabilidad-sostenibilidad social y ambiental, economía de equivalencias y democracia participativa. Es lo ideal, no sabemos qué nos traerá la realidad.

Desorden en el partidor

La línea no-clientelista que se cultivó hasta el gobierno de Garzón no redujo la politiquería. Ésta se alimentó del ejercicio político nacional. Vinieron después las prácticas de la administración de Samuel que exacerbaron las apetencias grupistas-personalistas. Así, al no reafirmar con fuerza su disposición social y darle espacio a la corrupción, se generó un ambiente de desorden y vacío de poder. “La Alcaldía es terreno de nadie”, se decía.

Ante ese horizonte surge la consigna de… “¡todos podemos!”. Ello explica la cantidad de aspirantes. De la actual baraja de once (11) candidatos, tres (3) – Castro, Mockus y Peñalosa – vuelven a jugar. De acuerdo a lo escuchado hasta ahora, quienes quieren repetir lo hacen con las mismas banderas: Castro, planificación; Mockus, educación; Peñalosa, construcción y urbanismo. Nada nuevo.

Los otros candidatos con alguna opción como Petro, Gina Parody, David Luna, Carlos F. Galán, se han sumado a la “ola anti-corruptora”. En general no muestran nada novedoso. Aurelio Suárez, de la vertiente revolucionaria histórica de la izquierda también ha entrado a jugar. No es una figura conocida pero tiene la ventaja de contar con el respaldo de la actual administración del Polo. Los demás, no suenan. No jugarán un papel importante.

Las pistas y señales electorales

Lo ocurrido en la pasada campaña presidencial ofrece un marco de referencia. Habrá gran volatilidad en el comportamiento del electorado. Los medios de comunicación van a ser determinantes. El sube y baja de las encuestas va a marcar la pauta. Sin embargo, las tres tendencias que se manifestaron en las elecciones de 2010 van a volver a aparecer:

Una, la política tradicional, neoliberal. Peñalosa la encarna. Ha aglutinado a la “derecha verde”, al uribismo extremo, y algunos conservadores. Luna también compite allí. Dos, la tendencia de “centro”. Petro, Mockus, Gina Parody, Castro y Galán, se disputan esa franja. Ese electorado está escéptico frente a las incoherencias mostradas por los “verdes” y el Polo. Tres, la de izquierda, representada por el candidato “polista” que va a luchar contra la imagen negativa de corrupción que deja la administración de Samuel.

Una cuarta tendencia se insinúa: la apática. Abstención o voto en blanco. La dispersión de candidatos, la avalancha publicitaria, la debilidad de los partidos, las alianzas oportunistas, todo alimenta el escepticismo y la incredulidad. Así, los candidatos con mayor estructura como Peñalosa o con fuerza electoral propia como Petro y Mockus, serían los beneficiados.

Surgen las paradojas: Los acumulados sociales del Polo – a pesar de todo – serán un referente. Las herencias de Lucho son carga para Peñalosa. ¿El “puritanismo anti-corruptor” de Petro será su búmeran? ¿La imagen de “enterrador” de la izquierda le puede anular su perfil “social”? Así mismo, el desempleo y las afujías económicas de la población convertirían la cultura ciudadana en conciencia social, lo cual afectará a Mockus.[3] Igual, la tensión Uribe-Santos perturbará la campaña, especialmente al candidato “verde”.

La arena movediza de esta pista se va a poner cada vez más caliente. No sólo está en juego la administración de Bogotá, está en perspectiva la carrera por la presidencia de 2014. Cada fuerza, cada alianza, cada caballo, jinete, preparador y/o patrocinador hace parte de una lucha que inaugura el re-ordenamiento del desbarajuste político que se vive en el país.

Quienes consigan recuperar las banderas de la ética, la coherencia y el espíritu de transformación en la búsqueda de equidad y justicia social – en el mediano plazo – van a ser los triunfadores. Vamos pues… ¡En tierra batida…!



[1] No todo lo estatal es público. No todo lo privado es eficiente. Mientras se construye apropiación social colectiva, se pueden impulsar otras formas de acción: cooperativa, comunitaria, solidaria, asociativa.

[2] Ver: “Aurelio Suárez: Buscaremos contrarrestar las políticas neoliberales nacionales”. Entrevista con Juanita León. La Silla Vacía. http://www.lasillavacia.com/historia/aurelio-suarez-buscaremos-contrarrestar-las-politicas-neoliberales-nacionales-26182

[3] Mockus eliminó la Carrera Administrativa en el Distrito, impulsó procesos de privatización en la educación, persiguió con saña a los vendedores ambulantes y se caracterizó por su perfil neoliberal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario