domingo, 22 de agosto de 2010


SANTOS: ¿GOBIERNO REFORMISTA?

Popayán,agosto 20 de 2010


El gobierno del presidente Santos posa de “reformista” pero mantiene lo esencial de la política “uribista”. Ha presentado un conjunto de iniciativas y generado expectativas. Para actuar con acierto hay que identificar las motivaciones y la naturaleza de esos cambios.

No basta decir que es un gobierno continuista. El grueso de la población, así haya votado o no por Santos, anhela un cambio de rumbo. Ello no se puede desconocer. Tampoco sirve ilusionarse ingenuamente con los cambios y ayudarle a la oligarquía a engañar al pueblo.

Además, para convencer a millones de personas que no tienen mayores elementos de racionalidad política o económica, hay que ir más allá de los discursos o escritos, por más elaborados que éstos sean. Se requiere actitud y riesgo político.

Una mirada a las “reformas”

La orientación de los cambios que el gobierno entrante impulsa en el campo de las relaciones internacionales, justicia, tierras, víctimas, respeto a la oposición política y derechos humanos, refleja que las clases dominantes necesitan desatar el nudo gordiano que heredaron de Uribe, que les causa enormes dificultades con la comunidad internacional.

Quieren resolver los problemas que causó la captura del Estado por parte de la mafia, sin tocar para nada la economía del narcotráfico. Van a tratar de limpiar la imagen de ilegalidad y connivencia con el crimen, pero aspiran a esconder impunemente su propia complicidad. En esa tarea están dispuestos a convertir en “chivo expiatorio” al mismo Uribe y a sus cómplices. La oligarquía y el imperio no guardan lealtades.

Las demás “reformas”, como la de las regalías, el plan de choque frente al empleo y a la salud, y otras políticas económicas anunciadas, responden a la profunda crisis fiscal del Estado y a los efectos económicos – entre ellos la revaluación de la moneda -, de la política de apertura total y entrega de los recursos mineros y petrolíferos a la inversión extranjera.

Esos efectos los sufren los empresarios nacionales, exportadores de productos básicos y manufacturas. Generan desempleo y desmejoran, aún más, las condiciones de vida de los trabajadores colombianos. Para atenuar la situación restablecen las relaciones con Venezuela, se propone un subsidio para bajar costos de la energía eléctrica para las empresas, y un plan de formalización de micro-empresas, que se pinta como estímulo al empleo, pero que no pasará de ser un maquillaje a las cifras de empleo informal.

Otras iniciativas como la de acabar con la Comisión Nacional de Televisión, la creación de los nuevos ministerios (justicia, trabajo, vivienda), la reforma política y a la justicia, y otras, son sólo distractores de ocasión para acicalar su imagen “reformista”.

Nuestra actitud y acción política

El gobierno de Santos no es un gobierno reformista. Está proponiendo “reformitas” para engañar y engatusar incautos. Si - por ejemplo -, presentara una verdadera reforma para el sector agropecuario, tendríamos que llamar a acompañar esa política, porque ello traería importantes beneficios para el pueblo, y nos permitiría avanzar como Nación.

Juan Camilo Restrepo, ministro de Agricultura, en el debate sobre tierras convocado por Iván Cepeda y Wilson Arias del PDA y Guillermo Rivera del Partido Liberal, presenta sus ideas como la gran política de restitución de tierras y de desarrollo rural. Deja ver que el gobierno está decidido a entregar tierras. Pero, como lo demostró el senador Jorge Enrique Robledo en el debate sobre presupuesto para el sector agrícola, no cuenta con los recursos – ni con la voluntad política - para apoyar de verdad al sector agropecuario. [1] Elmismo ministro va a ser un idiota útil y, si es serio, debería terminar renunciando.

Santos quiere presentar ínfimos cambios como reformas. ¿Qué hacer? No basta decir que este gobierno es continuista y que no va a hacer nada. Eso suena a conformidad y negativismo. Para el grueso de la población hay que mostrar otra actitud. Debemos presentar – desde la oposición – un conjunto de iniciativas concretas, de cara al país y a la sociedad en general.

Por lo anterior es importante resaltar la intervención en el debate sobre garantías para la oposición del senador Camilo Romero del PDA. “No vamos a ser un adorno de la democracia” dijo con firmeza y carácter. En seguida el debutante parlamentario apuntó: “Como oposición tenemos el deber de hacerle cumplir las promesas al gobierno”.

En su intervención Camilo Romero dejó ver que piensa en grande: ser gobierno. Consecuente con ello le planteó al Ministro del Interior Germán Vargas Lleras, que a la hora de elaborar el Estatuto de Oposición piensen en el futuro “cuando a Ustedes les va a tocar hacer oposición”. Es una nueva actitud.

Si el gobierno promete empleo, desarrollo agropecuario, democracia, justicia, etc., debemos organizar autónomamente a nuestro pueblo para exigirle que cumpla con sus ofrecimientos, así nosotros sepamos que no puede hacerlo. Es algo lógico y simple en política.

Además, un partido que aspire a gobernar debe ir más allá. Debe contar con su propia agenda, parlamentaria y extra-parlamentaria, nacional e internacional. No se concibe como un partido democrático no presenta soluciones al problema de la economía del narcotráfico, cuando hasta el cantante Juanes, se atreve a plantear - desde México -, el tema de la legalización o regulación de las drogas.

Tampoco se entiende que los demócratas colombianos dejemos casi sola a Piedad Córdoba en la lucha por la Paz. Es necesario actuar en este terreno con contundencia. En forma autónoma e independiente frente a los actores de la guerra, debemos radicalizarnos y arriesgarnos por la Paz. [2] La Nación y el pueblo lo quieren y necesitan.

[1] “Con este presupuesto tan ridículo el agro no será una locomotora del desarrollo sino un Renault 4”. Ver: http://www.moir.org.co/Con-este-presupuesto-tan-ridiculo.html

[2] “A radicalizarnos por la Paz”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=111463

No hay comentarios:

Publicar un comentario